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En la fiesta de nuestro rey
los funcionarios quedan aturdidos
por los vapores del vino,
mientras el rey no tiene reparo
en mezclarse con los agitadores.
Cuando estos se acercan
son como un fuego de horno,
su corazón está lleno de intrigas;
por la noche su cólera duerme,
pero al clarear el alba
se enciende como fuego ardiente.
Todos arden como un horno,
devoran a sus magistrados,
sucumben todos sus reyes
y ninguno de ellos clama hacia mí.

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